«Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar» es el eslogan que reza en la camiseta del representante sindical. Tengo que reconocer que le han echado huevos y mucha imaginación. La multinacional de refrescos tendría que haber sacado de producción a aquellos cerebritos y haberlos contratado para su siguiente campaña publicitaria.
Una pena que haya tenido que invertir todos mis esfuerzos en desmantelar esta industria, pero el gigante americano paga muy bien. Mi carrera como abogado ha sufrido un proceso de adaptación, de becario sin recursos a brillante promesa sin escrúpulos. Un nuevo futuro está esperándome.
Llaman a la puerta. Es el repartidor, su cara me suena... asiento mis posaderas y le pego un trago largo a la Coca-Cola. Un fuerte calambrazo en el estómago conecta mi cerebro ubicando el careto del motero…Demasiado tarde, es uno de los 300 a los que he mandado a la calle.
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